viernes, 17 de abril de 2009

El "Golden Boy" abandona el ring

Óscar de la Hoya, uno de los mejores púgiles de la Historia, anunció su retirada definitiva del boxeo profesional. El estadounidense, de origen mexicano, lo hizo público este martes, en una declaración a los medios frente al Staples Center, en Los Ángeles. Tras él, una estatua del propio boxeador, con los puños al viento, evocaba el glorioso pasado que dejaba a su espalda con su decisión.

A sus 36 años, y visiblemente emocionado, el que fuera considerado el boxeador más grande de la década de los 90, abandona así una carrera deportiva plagada de éxitos. Ya en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 anticipó lo que sería su experiencia triunfal en los cuadriláteros. En aquella cita, un escenario incomparable para darse a conocer al mundo, logró una hazaña que le valió el apodo de Golden Boy, o Chico de Oro: se hizo con el primer puesto, el ansiado oro.

Desde entonces, su trayectoria estaría marcada de éxitos. Su palmarés final cuenta con 45 enfrentamientos, de los cuales 39 de ellos finalizarían en victoria, y tan sólo 6 en derrota. En su primer encuentro como profesional, tan sólo unos meses después del Oro (noviembre del 92), ganaría por K.O. a Lamar Williams en el primer asalto. Durante sus más de quince años en la élite del boxeo, De la Hoya se alzó con nada más y nada menos que 10 títulos mundiales, y en seis distintas categorías.

El primero de sus entorchados internacionales, lo lograría en categoría "superpluma", allá por 1994. En ese mismo año, se haría igualmente con el título en "ligero". Tras esa extraordinaria campaña, el estadounidense demostraría su destreza en otras modalidades: "superligero", en 1996; "welter", en 1997; "superwelter" en 2001; y finalmente "medio", en 2004. Todos estos títulos le valieron su gran reconocimiento internacional, y en términos de ganancias, se calcula que le supusieron unos beneficios aproximados de 300 millones de dólares, situándose en el podio histórico de este deporte, tan sólo por detrás del 'eterno' Tyson, y de Evander Holyfield.



La decisión final del púgil se produce en un momento sorprendente, pero adecuado para una leyenda como él. Desde que ganara en 2002 su combate ante Fernando Vargas, no volvió a ganar a un boxeador considerado de los "grandes", que tiempo atrás sucumbieran ante sus puños, como Chávez, Whitaker o Mayweather. Sus últimos combates no han hecho más que reflejar la caída del Golden Boy: de los últimos siete enfrentamientos, tan sólo se alzó con la victoria en 3 de ellos.

Precisamente, el último combate fue el que dictaría sentencia en De la Hoya. En diciembre del año pasado, se enfrentaría a Manny Pacquiao, cosechando una derrota que marcaría profundamente al astro. En la despedida, el boxeador americano reconocería las consecuencias psicológicas de esta derrota, así como de su reciente racha negativa. El púgil afirmó: "Estos cuatro últimos meses han sido muy difíciles para mí, ya que en un cuadrilátero he dado lo mejor para no defraudar a nadie. Ahora ya no puedo dar todo lo que llevo dentro".

Todos los anales deportivos rendirán tributo a este gran boxeador, con el ring 'en las venas', y que se despide de su afición tras ser vencido probablemente por su mayor enemigo, el paso del tiempo. Así se refirió, en sus últimas palabras como profesional, Óscar de la Hoya, uno de los mejores de todos los tiempos, al boxeo: "Es el amor de mi vida, mi pasión y lo que nací para hacer. Si no puedo hacerlo al máximo nivel no es justo ni para mí, ni para mi familia, ni para mis seguidores que continúe un día más".

Fuentes: www.marca.com, www.as.com

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