Nuestro reinado en el mundo del fútbol hace mucho que acabó. Ya no es lo mismo. Nuestros vecinos nos han perdido el respeto que nos ganamos en el pasado. Y es que el cuento ha dado un giro inesperado, que nadie creía posible ni tan siquiera verosímil, pero que sin embargo se ha producido. Esta catastrófica semana de competiciones europeas ha puesto a nuestros representantes en el lugar que nos corresponde en el panorama futbolístico actual, en el que ligas como la inglesa demuestran su hegemonía en el continente.
Antaño, hace menos de una década, eramos nosotros los que sembrábamos el pánico. Solamente oir, a la hora del sorteo, que tocaba enfrentarse a un conjunto español, suponía el mayor de los 'marrones': hacía tirarse a más de uno de los pelos, morderse las uñas, y esperar la cita rezando noche tras noche para que el varapalo fuera lo menos doloroso posible. La Liga española era la "crême de la crême", lo mejorcito a nivel mundial. El Real Madrid era fiel a su tradición, en tanto que mejor club del siglo XX (fifa dixit), y ganaba Champions cada dos años; el Barcelona era de las mayores potencias continentales, acercándose al glorioso Dream Team; el Valencia y el Sevilla se paseaban por los estadios barriendo a sus rivales y conseguían Uefas como quien no quiere la cosa... Eran otros tiempos.
Hoy en día, ya nada es lo que era. Esta semana nos ha demostrado que el fútbol español ha sufrido un batacazo 'de aupa'. Se anticipaba una semana de ensueño: por fín volvíamos a oir la música de la Champions, aquella sintonía de Haendel que pone los pelos de punta a los futboleros, con nada más y nada menos que cuatro conjuntos nacionales en busca de la gloria (Barcelona, Real Madrid, Villareal y Atlético), y con el Deportivo y el Valencia jugándose el pase a octavos en el torneo homólogo de nivel inferior, la UEFA. El sueño se convirtió en pesadilla.
Comencemos por la UEFA. A priori, el bombo nos había deparado unos cruces bastante asequibles. Más de uno se frotaba las manos en la playa de Riazor y en la costa levantina, pensando que estaría 'chupao'. Pero la ida se encargó de poner las cosas en su sitio. El Aalborg le pegaba un buen 'repaso' al Depor en Dinamarca, sentenciando prácticamente la eliminatoria en una segunda parte lamentable del conjunto de Lotina, y el Valencia arrancaba un empate en tierras ucranianas ante el Kiev, que ya no es ni la sombra de lo que fue en tiempos del 'rey' Shevchenko. Pues bien, la vuelta no hizo sino empeorarlo todo.
El Depor fue un miníno a merced de los daneses. Únicamente un zarpazo de Sergio, a mediados de la primera mitad, hizo creer en la remontada. Pero en sólo cinco minutos, los blanquiazules tiraron por la borda sus esperanzas, encajando 3 tantos insalvables. Lógico fue el 'cabreo' del técnico al término del partido. Y qué decir del Valencia... una vez más, hizo aguas en Mestalla, pero esta vez no acudió el salvador Villa para darle la vuelta al panorama. La defensa no estuvo a la altura, y los de Kiev sacaron un empate a dos, después de ir perdiendo, que los chés no supieron remontar. Lejos quedan los años de las UEFAs y de las finales de Champions...
Pero la Champions no fue mucho mejor. El miércoles puso la puntilla a un martes decepcionante. Aquel día, el Vicente Calderón asistió a un espectáculo en toda regla. Pero no el del encuentro, sino el de su defensa. Pablo (que no obstante fue el mejor de la zaga), Seitaridis y Antonio López, se encargaron de amenizar el encuentro con sus tremendos regalos. Tanto fue así, que más de uno salió contento del partido, dando por bueno que no les 'metieran un saco'.
Antaño, hace menos de una década, eramos nosotros los que sembrábamos el pánico. Solamente oir, a la hora del sorteo, que tocaba enfrentarse a un conjunto español, suponía el mayor de los 'marrones': hacía tirarse a más de uno de los pelos, morderse las uñas, y esperar la cita rezando noche tras noche para que el varapalo fuera lo menos doloroso posible. La Liga española era la "crême de la crême", lo mejorcito a nivel mundial. El Real Madrid era fiel a su tradición, en tanto que mejor club del siglo XX (fifa dixit), y ganaba Champions cada dos años; el Barcelona era de las mayores potencias continentales, acercándose al glorioso Dream Team; el Valencia y el Sevilla se paseaban por los estadios barriendo a sus rivales y conseguían Uefas como quien no quiere la cosa... Eran otros tiempos.
Hoy en día, ya nada es lo que era. Esta semana nos ha demostrado que el fútbol español ha sufrido un batacazo 'de aupa'. Se anticipaba una semana de ensueño: por fín volvíamos a oir la música de la Champions, aquella sintonía de Haendel que pone los pelos de punta a los futboleros, con nada más y nada menos que cuatro conjuntos nacionales en busca de la gloria (Barcelona, Real Madrid, Villareal y Atlético), y con el Deportivo y el Valencia jugándose el pase a octavos en el torneo homólogo de nivel inferior, la UEFA. El sueño se convirtió en pesadilla.
Comencemos por la UEFA. A priori, el bombo nos había deparado unos cruces bastante asequibles. Más de uno se frotaba las manos en la playa de Riazor y en la costa levantina, pensando que estaría 'chupao'. Pero la ida se encargó de poner las cosas en su sitio. El Aalborg le pegaba un buen 'repaso' al Depor en Dinamarca, sentenciando prácticamente la eliminatoria en una segunda parte lamentable del conjunto de Lotina, y el Valencia arrancaba un empate en tierras ucranianas ante el Kiev, que ya no es ni la sombra de lo que fue en tiempos del 'rey' Shevchenko. Pues bien, la vuelta no hizo sino empeorarlo todo.

Pero la Champions no fue mucho mejor. El miércoles puso la puntilla a un martes decepcionante. Aquel día, el Vicente Calderón asistió a un espectáculo en toda regla. Pero no el del encuentro, sino el de su defensa. Pablo (que no obstante fue el mejor de la zaga), Seitaridis y Antonio López, se encargaron de amenizar el encuentro con sus tremendos regalos. Tanto fue así, que más de uno salió contento del partido, dando por bueno que no les 'metieran un saco'.
Un 2-2 es remontable, pero el Atlético debería haber sido muy superior al Oporto, cuando fueron los lusos los que bailaron a los rojiblancos. Por tierras francesas, el panorama fue mejor, pero un Lyon que no es ni un tercio de lo que fue, puso en serios aprietos al Barcelona. Juninho, con colaboración de Valdés (cantante invitado esa noche), se encargó de acallar la 'supuesta superioridad' blaugrana. Sólo el empuje del Barça en la segunda parte, y las jugadas a balón parado, salvaron a la escuadra de Pep Guardiola logrando el 1-1, resultado final, y que, si bien deja la eliminatoria abierta, da muchas papeletas al conjunto español para estar en el siguiente bombo.
El miércoles sí que fue la gota que colmó el vaso en esta competición. El Panathinaikos sacó un resultado muy favorable de El Madrigal, debido a la escasa puntería del Villareal en todo el partido. Y menos mal, porque podía haber sido peor. Sólo Rossi, desde el punto de penalty, logró perforar la portería griega, y ahora se decidirá todo el el 'infierno heleno'.
Pero el peor resultado de la jornada se lo llevó el Real Madrid. Aunque ya nos tiene acostumbrados en los últimos años a caer en octavos, y que se le atraganta todo equipo grande europeo que visita el Bernabéu (véase la eliminatoria contra la Roma del año pasado, 0-2, o la Juventus este mismo año, con idéntico resultado), se esperaba recuperar el respeto del fútbol mundial venciendo a uno de los 'grandes'. Además, el cambio de rumbo que tomó el navío de Boluda desde la llegada de Juande, con nueve victorias seguidas en Liga, habían devuelto la ilusión a la hinchada merengue. Pero enfrente no estaba un equipo medio bajo como el Sporting o el Betis, sino el todopoderoso Liverpool, a manos del 'emperador' Benítez. Y el partido se desarrolló tal y cómo presagiaba la presencia de dos estrategas natos en los banquillos: juego muy táctico, muy disputado en el centro del campo, y con pocas llegadas. Pero el Madrid volvió a tener uno de esos despistes a los que están abonados, y que tantos disgustos le llevan dando últimamente. No supo aprovechar las bajas de Gerrard y Torres para sentenciar el partido, y cometió una falta estúpida en la recta final del partido, cerca del córner. Sabiendo lo buen llegador que es el conjunto inglés en jugadas a balón parado, y el daño que le hacen históricamente al Madrid estas jugadas, Heinze se lo debería haber pensado dos veces. Resultado: gol de Benayoun (que mide cerca de 1,70m, lo que evidencia otro fallo defensivo), y un 0-1 prácticamente insalvable para Anfield.
Lejos quedan los tiempos en los que ingleses, franceses o helenos, o más todavía daneses y ucranianos, se habrían marchado a casa derrotados ante la supremacía española. Ahora toca sufrir, aceptar el cambio de ciclo en términos de mejor liga del mundo, y esperar mejores resultados para la próxima semana. Aunque no es imposible, y se pueda salvar, pinta 'cruda' la tarea...
El miércoles sí que fue la gota que colmó el vaso en esta competición. El Panathinaikos sacó un resultado muy favorable de El Madrigal, debido a la escasa puntería del Villareal en todo el partido. Y menos mal, porque podía haber sido peor. Sólo Rossi, desde el punto de penalty, logró perforar la portería griega, y ahora se decidirá todo el el 'infierno heleno'.

Lejos quedan los tiempos en los que ingleses, franceses o helenos, o más todavía daneses y ucranianos, se habrían marchado a casa derrotados ante la supremacía española. Ahora toca sufrir, aceptar el cambio de ciclo en términos de mejor liga del mundo, y esperar mejores resultados para la próxima semana. Aunque no es imposible, y se pueda salvar, pinta 'cruda' la tarea...
fuentes: www.marca.com, www.sport.es, www.as.com, uefa.com